Todavía hay tiempo para existir. Para andar siendo lo que nunca somos -desnudos- , cuando nadie nos mira. El humo nos compone en la anotomía más rígida; la más vertical, centímetro a centímetro. La fragilidad se respira en dualidades que conviven bajo una misma mirada. Y el futuro nos mira, también, como un prisma lejano mientras desaparece.